La cuestión estética ha ido ganando terreno al ámbito de la salud dental, pero nunca debe anteponerse a esta. La blancorexia, nombre con el que se conoce la obsesión por lucir unos dientes extrablancos, es un trastorno que puede afectar de forma muy negativa al bienestar de tu boca y de tu mente. Así que es el momento de establecer prioridades.
¿Por qué la blancorexia se ha convertido en un trastorno común?
Acostumbrados a adoptar como modelos de perfección a las celebridades del cine, la música y el deporte, es normal que el color de los dientes también haya sucumbido a las modas. La obsesión por tener una dentadura blanca es el resultado de los nuevos cánones de belleza impuestos por la publicidad, el cine o la moda. Pero no debemos caer en el engaño. Esas imágenes que pretenden convencernos de que es posible tener unos dientes de color blanco inmaculado suelen estar retocadas.
La realidad es que hasta en las sonrisas más brillantes los dientes tienen un color más parecido al del marfil.
Los cánones y las modas pasajeras pueden maquillar la realidad, pero no pueden cambiarla. Quienes sufren de blancorexia nunca quedan satisfechos con la blancura de sus dientes porque exigen mucho más de lo que está dentro de los límites de lo natural y lo saludable. Pero es tan sencillo acceder a tratamientos caseros supuestamente milagrosos que la posibilidad de conseguir ese objetivo resulta muy tentadora.
Los dientes extrablancos no son dientes más limpios
Siempre que vayas a someterte a un blanqueamiento de dientes es esencial que pases por la consulta del dentista. No solo porque el profesional es el único que puede proporcionarte un tratamiento con garantías sino porque solo así podrás conocer cuál es el estado real de tu boca y obtener los mejores resultados.
Una dentadura extrablanca no es sinónimo de salud. No en vano, lo habitual es que antes de realizar cualquier procedimiento para aclarar el esmalte de tus dientes se realice una limpieza de la boca y una revisión rutinaria. Una vez confirmado que todo está en orden en tus dientes y encías se puede valorar la idoneidad de un blanqueamiento.
Con todo, no es el único método disponible para aclarar el tono de tu sonrisa. La ventaja de acudir a un especialista es que, además de garantizar el bienestar de tu dentadura, puede ofrecer alternativas más adecuadas para cada caso. Otra opción eficiente y segura es, por ejemplo, la colocación de carillas dentales.
El blanqueamiento dental siempre debe hacerse con garantías
Un blanqueamiento de los dientes profesional en la consulta de tu odontólogo permite aclarar entre 3 y 4 tonos una dentadura que amarillea. Olvídate de los anuncios de productos milagrosos que garantizan una efectividad mayor y desconfía de quien te asegure el éxito más allá de estas cifras.
Si bien es cierto que los resultados dependen mucho de las circunstancias particulares de cada paciente, hay que tener claro que el diente 100% blanco, ese que parece haberse convertido en el paradigma de la perfección, no existe. Y si existe, lo más probable es que no sea un diente sano o natural pues a día de hoy no hay ningún tratamiento que lo permita.
El blanqueamiento de los dientes es en realidad un aclaramiento del esmalte que consiste en bajar el croma y aumentar la luminosidad. Es por eso que el punto del que se parte es determinante en el resultado que se obtiene, algo que no puede decidir ni el dentista ni el paciente.
El tratamiento debe realizarse de manera profesional para evitar que los productos empleados penetren más de lo debido en el diente y afecten a la dentina. Esto exige una valoración de si se trata de dientes endodonciados o con fluorosis, si existen particularidades destacables en la textura o la mineralización del esmalte o cuál es la cantidad de dentina secundaria y terciaria de la dentadura.
Por último, es una intervención puntual no una rutina. Cuando se realiza del modo adecuado proporciona unos efectos notables, inmediatos y duraderos con total seguridad. No obstante y solo si tu dentista lo considera oportuno, podría valorar repetir el procedimiento transcurrido un año o un año y medio.
¿Por qué la blancorexia supone un riesgo para tu salud?
Aunque se trata de un procedimiento no invasivo y los medios para llevarlo a cabo han evolucionado mucho, el blanqueamiento de los dientes no se puede considerar una práctica habitual. Las prácticas habituales son el cepillado y el uso de seda dental o colutorios, pero no este tipo de actuaciones cuyo fin en meramente estético.
Es más, la obsesión con unos dientes extrablancos y la búsqueda constante de soluciones para conseguir este propósito pueden entrañar un riesgo para la salud de tu dentadura. El abuso de sustancias blanqueantes, sobre todo de aquellas que se obtienen libremente en el mercado y que se emplean sin las recomendaciones y la supervisión de un profesional, en ocasiones son el desencadenante de:
- Irritaciones severas en tejidos blandos y mucosas de la boca.
- Daños en la matriz del esmalte.
- Cambios irreversibles en el esmalte natural de tus dientes.
- Aumento en la sensibilidad de los dientes.
- Trastornos en la percepción del sabor y en la lengua.
- Lesiones en el paladar, las encías y la lengua.
- Pérdida del diente.
Es importante subrayar que estos efectos secundarios no se producen en aquellos casos en los que el tratamiento se realiza de forma puntual y siguiendo las recomendaciones del dentista. Tampoco se trata de consecuencias habituales en los tratamientos que se realizan en consulta y con los equipos más avanzados en este ámbito. Es sobre todo común con aquellos productos que se compran sin prescripción en supermercados y farmacias y que, al aplicarse indiscriminadamente, exponen a los dientes a las consecuencias del mal uso de diferentes peróxidos, principal elemento de su composición.
¿Cómo evitar caer en esta obsesión?
No está de más preocuparse por la estética de nuestros dientes. Todos queremos lucir una sonrisa bonita, bien alineada y luminosa. Pero lo más importante de todo es tener una boca sana. En el momento en el que la obsesión por blanquear los dientes se convierte en un riesgo para nuestra salud oral es necesario establecer límites que son de sentido común.
Estas aclaraciones sobre el color de los dientes te ayudarán a entender por qué este no es un rasgo definitorio de la salud de tu sonrisa y solo merece tu atención hasta cierto punto:
- El color natural del esmalte dental no es igual en todas las personas. Incluso respetando unos buenos hábitos de limpieza y alimentación, unos dientes sanos no tienen por qué ser de un blanco reluciente.
- Los dientes tienden a perder blancura con el paso del tiempo. A medida que envejecemos es normal que el esmalte se vuelva más amarillento o amarronado. En cierto modo, podría decirse que una dentadura blanca y reluciente es mucho menos natural porque no se ajusta a la realidad de nuestra edad.
- Ni siquiera dentro de nuestra propia boca todos los dientes tienen la misma tonalidad. Seguro que al mirarte al espejo o al verte sonreír en una fotografía ya te has dado cuenta de ello. A medida que avanzas hacia el interior de la boca los dientes tienden a oscurecerse. Es algo natural y le pasa a la mayoría de la población.
- Entre lo que quieres, lo que necesitas y lo que se puede hacer suele haber una distancia notable. Tal vez quieras una boca como la de las estrellas de cine, es posible que tan solo necesites un blanqueamiento puntual para conseguirlo y es muy probable que mediante este procedimiento obtengas muy buenos resultados, pero siempre dentro de lo que la tecnología y la salud de tu boca permiten.