Imagínate una bisagra encargada de conectar el maxilar superior con la mandíbula inferior y garantizar el movimiento de esta última. Cualquier pequeño fallo en este engranaje hecho a medida podría hacer que su funcionamiento dejase de ser todo lo fluido y natural que se espera de él. ¿Sientes dolor en la parte trasera de la mandíbula o la sensación de que esta se queda bloqueada al moverla? Lo más probable es que estés padeciendo un trastorno de la articulación temporomandibular.
¿Qué es la articulación temporomandibular y qué funciones cumple?
De manera muy general se podría decir que las articulaciones son algunas de las partes más complejas de la anatomía humana. Esa combinación de huesos que deben encajar a la perfección, a menudo presenta pequeñas deficiencias que pueden suponer una importante limitación funcional.
La articulación temporomandibular, aquella que se encarga de poner en funcionamiento tu mandíbula, no se queda al margen de estos riesgos. Es una especie de bisagra deslizante que se desplaza sobre un disco de cartílago blando por efecto de la tensión de los músculos que controlan su movimiento. Un engranaje perfecto en la teoría, pero no siempre eficiente en la práctica.
Cuando hablamos de la articulación temporomandibular nos referimos realmente a dos articulaciones, una a cada lado de la boca, muy cerca del canal auditivo y encargadas de conectar la mandíbula inferior con el cráneo. Junto a ellas hay que destacar la presencia de todo un conjunto de músculos, ligamentos, vasos sanguíneos y nervios que se encargan de proporcionar movimiento a esta parte del cuerpo.
La disfunción temporomandibular o trastorno de la ATM es un problema que afecta a este grupo estructural dificultando la masticación y produciendo dolor y tensión en esta parte de la cara. Todo este estrés físico, a menudo va asociado a otro tipo de problemas que en su conjunto suponen una limitación en las rutinas diarias de los pacientes.
Causas comunes del desorden temporomandibular
A pesar de que se trata de uno de los trastornos odontológicos más comunes entre los adultos, las causas del desorden temporomandibular no siempre son igual de claras en todos los pacientes. Por otro lado, lo más habitual es que esta disfunción no responda a un único motivo sino a una combinación de factores entre los que se encuentran:
- Las lesiones de mandíbula y los traumatismos.
- La artritis, dislocaciones o problemas estructurales.
- El estrés y la ansiedad.
- La tensión muscular.
- La mala postura.
- Las dentaduras postizas mal ajustadas.
- Algunas enfermedades del tejido conectivo.
- El dolor neuropático de los nervios que se encuentran cerca de la mandíbula.
- La sinuvitis o capsulitis que provoca inflamación en las articulaciones.
- El bruxismo (apretar y rechinar los dientes).
- La incorrecta alineación de la dentadura (mala mordida), sobre todo en mandíbulas pequeñas o retraídas.
- El empleo de una ortodoncia inadecuada.
- Las infecciones sinusales que cursan con dolor.
Síntomas del desorden temporomandibular: ¿cuándo consultar al dentista?
Del mismo modo que las causas de esta disfunción pueden ser de diversa índole, también lo son los signos con los que se manifiesta. Las articulaciones que se ubican a ambos lados de la mandíbula se caracterizan por su gran capacidad para girar, deslizarse y moverse con flexibilidad y en múltiples direcciones. Si en algún momento te das cuenta de que estas funciones están más limitadas de lo habitual o te causan molestias es porque algo va mal en la articulación temporomandibular.
El exceso de sensibilidad en esta parte de la cara puede ser uno de los primeros síntomas de este desorden que, de no tratarse a tiempo y con la supervisión de un especialista, se puede convertir en una molestia mucho mayor e incluso incapacitante.
Si la tensión es algo habitual en la parte alta de tu mandíbula, justo en ese punto muy cerca del oído, deberías consultar a tu dentista. La existencia del problema se vuelve aún más evidente cuando se presentan algunos de los siguientes signos:
- Al abrir o cerrar la boca se produce un chasquido entre los huesos.
- No hay posibilidad de abrir la boca ampliamente o al hacerlo la mandíbula se queda ‘bloqueada’, algo que ocurre con frecuencia al bostezar.
- Los dientes superiores e inferiores han dejado de encajar de un modo repentino y la mordida ya no es perfecta.
- Se experimenta dolor o incomodidad al masticar e incluso al hablar.
Dada la cercanía de estas articulaciones a otras zonas sensibles del cráneo, los problemas temporomandibulares a menudo son los responsables de cefaleas, dolores de oído y molestias punzantes frente a los cambios de temperatura.
En ocasiones, establecer un diagnóstico puede resultar complicado ya que algunos de los síntomas más comunes de esta disfunción también indican la existencia de otros problemas. Esta es la razón por la que junto a la exploración clínica y un repaso completo a la historia odontológica del paciente es habitual la realización de radiografías antes de establecer un diagnóstico y poner en marcha el tratamiento oportuno.
¿Qué alternativas existen para el tratamiento del desorden temporomandibular?
La mayoría de los síntomas asociados al trastorno temporomandibular son pasajeros. Con el debido tratamiento y atendiendo a las recomendaciones de un especialista, la atención autoadministrada será más que suficiente para ponerle fin al problema. No obstante, hay que tomárselo con calma. Sea cual sea el origen de esta circunstancia, las soluciones tardan un tiempo para empezar a hacer efecto.
Cuando el problema no revierte demasiada gravedad, el tratamiento del desorden temporomandibular está orientado sobre todo a la eliminación del estrés muscular y a mitigar las molestias que este genera. En estos casos las recomendaciones del especialista serán:
- Poner en práctica técnicas de relajación para controlar la tensión muscular que se está produciendo en torno a la mandíbula. Estas técnicas no pertenecen de manera estricta al campo de la odontología, por lo que el dentista puede recomendar la visita a un fisioterapeuta o a un psicólogo.
- Aplicar calor húmedo sobre la zona a tratar para mitigar el espasmo muscular y liberar tensión. Frente a las contracturas y los dolores musculares el calor húmedo resulta mucho más efectivo que el seco. Para obtenerlo debes sumergir unas compresas especiales en agua entre 65 y 75 grados y a continuación colocarlas sobre la cara empleando un trapo si las notas demasiado calientes.
- Combinar los ejercicios de relajación y la aplicación de compresas calientes con el tratamiento farmacológico. Los analgésicos y los antiinflamatorios no le pondrán solución inmediata al problema, pero sí ayudarán a reducir las molestias que genera mientras estás en el camino de la recuperación.
Existen casos puntuales en los que el abordaje tradicional y no invasivo del desorden temporomandibular no consigue corregir el problema. En estas circunstancias el especialista tendrá que valorar la posibilidad de realizar una intervención quirúrgica en la articulación afectada con el fin de que esta recupere la fluidez de sus movimientos.
La técnica artroscópica para la reconstrucción de la articulación temporomandibular se incluye dentro de las denominadas actuaciones de cirugía mínimamente invasiva (CMI) y por lo general se realiza en régimen ambulatorio para que el paciente puede irse a casa el mismo día en que se realiza la intervención.
Frente a la cirugía abierta tradicional, esta nueva técnica resulta más efectiva, no deja apenas cicatriz y ofrece una amplia visión del estado de la articulación, el menisco y los factores que impiden que este se desplace con normalidad.