El cepillado diario de los dientes es una parte fundamental de la higiene bucal. Una práctica rutinaria que llevamos a cabo de manera tan automática, que rara vez nos detenemos a pensar si lo estamos haciendo del modo correcto. Pero para garantizar unos buenos resultados no basta con cepillarse los dientes todos los días. Hay que hacerlo bien.
¿Qué consigues con un buen cepillado de dientes?
El 80% de la población española tiene una higiene bucal inadecuada. Así lo confirmaba un estudio realizado por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos en el que se preguntaba a los encuestados acerca de sus hábitos de limpieza bucodental así como sobre las enfermedades que hubieran padecido en la boca.
Aunque el 97,5% de los participantes en el estudio declaraba cepillarse los dientes, ni sus rutinas ni los instrumentos que empleaban para ello eran siempre los más adecuados. La falta de información y las falsas creencias no han favorecido nunca la importante labor de limpieza de nuestros dientes.
El cepillado dental sirve para atacar a la placa bacteriana y prevenir problemas tan habituales como las caries, el sarro o la gingivitis. Tanto los dientes como las encías necesitan protección para garantizar su buena salud durante el máximo tiempo posible. Aunque en la actualidad existen muchas fórmulas para reparar o reemplazar las piezas dentales dañadas con gran eficiencia, no hay nada más cómodo y más sano que poder disfrutar de tus dientes naturales durante muchos años.
Los errores más comunes del cepillado dental
- La dureza del cepillo: escoger el cepillo de dientes adecuado condiciona en gran medida el éxito de la limpieza. Los cepillos muy duros a menudo dañan las encías y aceleran el deterioro del esmalte de los dientes. Siempre que se trate de una boca sana, lo ideal es emplear un cepillo de dureza media y recurrir a los blandos en caso de niños de menos de 12 años o para aquellas personas que presenten problemas de encías o de esmalte. Con todo, conviene reemplazar el cepillo cada 3 meses en tanto que las cerdas se deforman con el uso y pierden su eficacia. Asimismo, habrá que lavarlo siempre después de cada uso, eliminando el exceso de agua para prevenir la proliferación de hongos o bacterias como consecuencia de la humedad.
- ¿Cepillo eléctrico o cepillo manual?: la misma lógica del punto anterior se aplica al uso de los cepillos eléctricos. Aunque la velocidad con la que se desplaza el cabezal garantiza una buena técnica de cepillado, los cepillos eléctricos no son la alternativa más recomendada para determinados tipos de boca. El uso incorrecto de estos dispositivos puede dañar las encías más sensibles. Con todo, son una buena opción para las personas con problemas de movilidad o coordinación.
- La elección del dentífrico: en el uso de pasta de dientes hay que tener en cuenta dos aspectos. Por un lado, el tipo de dentífrico y por otro la cantidad. Los productos fluorizados están indicados para la prevención de las caries; los que contienen clorhexidina, triclosán u otros compuestos antibacterianos serán muy efectivos para el tratamiento del sangrado de encías y, en el caso de hipersensibilidad, la mejor opción es aquella que contenga arginina, cloruro o citrato de potasio e hidroxiapatita. No por aplicar una mayor cantidad de producto se garantiza una mayor eficacia. De hecho, se recomienda emplear tan solo una bolita de dentífrico del tamaño de un garbanzo para que el cepillo no resbale sobre los dientes sin arrastrar la suciedad.
- El momento del cepillado: ¿eres de los que se lava los dientes apenas termina de comer? Es un hábito bastante frecuente pero poco recomendado. La primera fase de la higiene bucal comienza con la acción de nuestra propia saliva. Es conveniente dejar un margen de tiempo entre la comida y el cepillado, sobre todo cuando se han tomado alimentos ácidos, para que la propia saliva se encargue de neutralizar esas sustancias y proteger el esmalte de los dientes de manera natural. Con una media hora de espera será suficiente.
- La frecuencia y el tiempo de lavado: el objetivo de un buen cepillado de dientes no se queda en eliminar los restos de comida, sino en atacar de manera más profunda a todos aquellos factores que suponen una amenaza para su salud. Por este motivo es tan importante que la limpieza dure al menos dos minutos, a razón de 30 segundos por cada cuarto de la boca. Si la limpieza se realiza del modo correcto no hará falta cepillarse los dientes más de dos veces al día (mañana y noche) y, en cualquier caso, nunca más de tres veces a lo largo de la jornada ya que puede provocar el efecto contrario y generar una mayor sensibilidad en dientes y encías.
- La presión que ejerces: está muy extendida la idea de que presionar con fuerza durante el cepillado ayuda a eliminar la suciedad con mayor facilidad. Sin embargo, con este tipo de prácticas tan solo se consigue acelerar el desgaste de las encías, dejando más al descubierto las piezas dentales y, en consecuencia, más expuestas a los riesgos. Un cepillado ‘agresivo’ hará que salga a la luz la parte interior del esmalte superficial de los dientes: la dentina. Esta es mucho más blanda e incidir sobre ella con demasiada presión puede provocar una mayor sensibilidad del diente.
- La dirección del cepillado: si acostumbras a mover el cepillo de manera horizontal sobre tus dientes, debes saber que no estás eliminando la suciedad sino desplazándola de lugar. Con estos movimientos lineales izquierda/derecha, la placa dental queda atrapada entre los orificios interdentales. La forma correcta de cepillado debe seguir la posición de los dientes, de arriba abajo o de abajo arriba, dependiendo de la arcada que estés tratando.
- El momento del enjuague: si una vez que has concluido el cepillado te enjuagas la boca en repetidas ocasiones, los efectos del dentífrico se reducirán. Lo ideal es un enjuague rápido que permita que componentes como el flúor o la clorhexidina hagan su trabajo.
Técnicas de limpieza bucal con cepillo de dientes tradicional
De manera muy general se distinguen tres técnicas que garantizan un uso correcto del cepillo de dientes:
- Técnica de Bass: el movimiento del cepillo comienza en la encía y avanza hacia el borde del diente con una inclinación de 45º. La suciedad de los dientes se elimina con movimientos cortos y rápidos, sin ejercer demasiada presión. Lo ideal es repetir este proceso en bloques de tres en tres dientes durante 15 segundos cada vez. Es la técnica más recomendada por los expertos en salud bucodental.
- Técnica vertical: los dientes de la arcada superior y la inferior deberán estar en contacto. La limpieza se realiza cepillando las dos al mismo tiempo mediante movimientos verticales que empiezan en la unión del diente y la encía y recorren toda la superficie de la pieza dental.
- Técnica de Fones: la limpieza se lleva a cabo mediante movimientos circulares. Esto garantiza que toda la superficie del diente es recorrida por las cerdas del cepillo. Al mismo tiempo, la técnica circular permite realizar un masaje en las encías que también favorece a la eliminación de la placa bacteriana. Es una técnica muy completa que por su sencillez se suele recomendar en la higiene bucal de los niños.
La limpieza bucodental no es solo cepillarse los dientes
Una higiene bucal óptima es el resultado de varias actuaciones entre las que el cepillado de los dientes es tan solo uno de los muchos procesos que intervienen. Para garantizar la salud de dientes y encías es necesario incluir en las rutinas de limpieza otros elementos.
- Hilo dental: las caries y la enfermedad periodontal suelen originarse en la acumulación de placa en los espacios interdentales. La seda y el hilo dental llegan a esos lugares a los que las cerdas del cepillo no tienen acceso.
- Cepillos interproximales: son cepillos de pequeñas dimensiones formados por un filamento recubierto de cerdas. Se emplean en los espacios interdentales y cumplen una función similar a la del hilo dental. Algunos de estos cepillos incluyen clorhexidina en los filamentos mejorando así su efecto antiplaca.
- Elixires, enjuagues o colutorios: se aplican tras el cepillado y refuerzan el efecto del dentífrico. Funcionan como un efectivo antiséptico y al mismo tiempo proporcionan una agradable sensación de frescura en la boca.