Las prisas nunca fueron buenas. Pero acostumbrados a vivir en un mundo en el que la inmediatez se ha convertido en algo prioritario, resulta complicado escapar de la sombra del estrés. De forma silenciosa, esas prisas, ese agobio y ese ritmo de vida agotador van haciendo mella en nuestro bienestar. Entre el estrés y la salud bucodental existe una estrecha relación. Es un factor que se debe tener en cuenta en la consulta del dentista, ya que muchas veces el origen de una patología no está en el interior de la boca.
¿Qué relación existe entre el estrés y la salud de tu boca?
De entre todas las enfermedades modernas hay una que afecta por igual a nuestro estado físico, mental y emocional. Es el estrés, ese sentimiento omnipresente que se ha convertido en algo tan habitual que ya parece pasar inadvertido entre tus rutinas. Pero tu organismo sí percibe su presencia y es muy probable que te haya mostrado señales de alerta en alguna ocasión.
- Ansiedad
- Palpitaciones
- Dificultad para conciliar el sueño
- Falta de aliento
- Dolores costales o en la boca del estómago
- Cansancio
- Caída del cabello
- Cambios en la textura o pigmentación de la piel
- Cefaleas…
Los síntomas del estrés también se reflejan en la boca y en la salud de tus dientes y encías. De hecho, hay estudios que indican una posible relación biológica entre ambos factores. Así, la hormona cortisol que segrega el cuerpo en mayor cantidad cuando se encuentra bajo presión, estaría también relacionada con la inflamación de las encías, una de las causas desencadenantes de la periodontitis.
En base a esta conexión existente entre el nivel de estrés y el aumento de posibilidades de sufrir algún tipo de enfermedad periodontal, los cuidados de la boca no solo deberían basarse en unas buenas rutinas de higiene sino en aprender a relajarse. El cuidado de la boca repercute en tu bienestar general en la misma medida en que tu estado de salud afecta a las condiciones de tu boca.
Complicaciones en dientes y encías como consecuencias del estrés
Por norma general, se asocia el estrés a síntomas emocionales y algunas condiciones físicas comunes como las cefaleas, las afecciones dérmicas o los problemas digestivos. Sin embargo, pocas veces somos conscientes de que el estrés y los dientes también mantienen una estrecha relación.
Las consecuencias del estrés en la salud bucodental se pueden dividir en dos grupos:
- Trastornos directos: son aquellos derivados de un aumento de la hormona cortisol y de un debilitamiento de las encías o de la respuesta inmunológica, que termina desembocando en diferentes enfermedades.
- Trastornos indirectos: son la consecuencia de la adquisición de unos hábitos de vida poco saludables, derivados de ese constante estado de nerviosismo. En situaciones de mucho estrés se suelen descuidar la alimentación y la correcta higiene de los dientes. También es habitual morderse las uñas o roer objetos, con los problemas dentales que desencadenan estas manías.
Patologías bucodentales provocadas por el estrés
Las enfermedades de la boca asociadas al estrés se caracterizan porque pueden manifestarse en cualquier parte de la cavidad bucodental, siendo estas las más frecuentes:
- Herpes labial: es una patología recurrente en personas que viven sometidas a demasiada presión en su día a día. Inicialmente el herpes oral o labial aparece por contagio con una persona infectada o con sus objetos personales. Una vez que el virus se instala en el organismo, es capaz de reactivarse en reiteradas ocasiones, siendo el estrés uno de los motivos que aceleran el proceso infeccioso.
- Úlceras aftosas: al contrario que el herpes, su origen no se encuentra en un virus. Las aftas de la mucosa oral tienen un origen multifactorial. Aunque pueden estar presentes algunas deficiencias en el sistema inmune, las causas de estas erosiones y ulceraciones también pueden encontrarse en factores endocrinos, alergias alimentarias, deficiencias vitamínicas o traumatismos. El estrés nos hace más propensos a padecer este tipo de alteraciones.
- Síndrome de la boca seca: es la forma popular de referirse a la xerostomía, una patología que debilita las capacidades de las glándulas salivales. El problema va más allá de la incómoda sensación de sequedad constante en la boca, ya que la pérdida de saliva permite la proliferación de bacterias y con ello, el aumento de otras enfermedades asociadas como la aparición de caries.
- Enfermedades periodontales: el estrés emocional afecta al sistema inmunológico y favorece al desarrollo de la placa bacteriana. Las personas estresadas son más susceptibles a la inflamación, el sangrado y las infecciones en las encías y, por tanto, a padecer gingivitis y enfermedades periodontales. El estrés acelera el desarrollo de estas patologías que, en los peores casos, afectan a las estructuras alveolares y pueden acabar con la pérdida de los dientes.
- Caries y mal aliento: es frecuente que quienes padecen de estrés busquen en la ingesta de dulces y bebidas azucaradas una forma de paliar su nerviosismo. Comer a deshoras, ingerir alimentos poco recomendables y olvidarse de la higiene bucal es una combinación de factores que incrementa de manera significativa el riesgo de que aparezcan caries y mal aliento.
- Bruxismo: es una de las consecuencias más comunes del estrés. El rechinar inconsciente de los dientes es un reflejo de ese estado de nerviosismo incontrolable y tiene consecuencias directas sobre la superficie dental, además de ser una de las causas de las cefaleas recurrentes y de la sobrecarga de la articulación temporomandibular.
Sonríe, tu salud bucodental te lo agradecerá
El estrés es una enfermedad que avanza de manera silenciosa y a la que no es habitual prestarle la atención que se merece. Pero para abordar el problema con éxito es importante establecer límites y evitar que la situación se normalice. El nerviosismo, los agobios y las prisas no deberían formar parte de nuestro estado natural.
Los problemas de salud bucodental relacionados con el estrés se deben tratar con un enfoque multidisciplinar, atendiendo a aspectos como el estado de ánimo, la relajación y los hábitos de vida saludables. En este sentido, sonreír es una de las prácticas más efectivas para combatir el estrés y velar por la salud de tu boca.
Lo ideal es que lo hagas con ganas, pero no es imprescindible. Según un estudio de la Universidad de Kansas, la manipulación de las expresiones faciales para esbozar una sonrisa forzada también tiene repercusiones a nivel fisiológico.
Al parecer, cuando exigimos a la musculatura facial que dibuje una sonrisa en nuestro rostro, obligamos al cerebro a que asimile que somos un poco más felices. Es el punto de partida para que el organismo se ponga en marcha y segregue las hormonas que, gracias a su química, terminan por convencer a nuestro cuerpo y a nuestra mente de que somos felices. Una reacción en cadena: cuanto más satisfecho te sientas, más posibilidades habrá de que sonrías de manera natural y reemplaces el gesto desanimado de quienes padecen de estrés.