¿Cuál es el origen de los trastornos del gusto?

Saborear los alimentos es uno de los grandes placeres de la vida. Gracias al sentido del gusto y del olfato podemos experimentar infinidad de matices en aquello que ingerimos. Sin embargo, algunas condiciones médicas pueden alterar esa percepción del sabor y sus variantes. ¿Has experimentado alguna vez cambios en el sentido del gusto? Conocer su origen facilitará encontrarles una solución.

¿Qué relación existe entre el gusto y el olfato?

Gusto y olfato son dos sentidos que funcionan a la par. Mientras que en la boca son las papilas gustativas las encargadas de extraer el sabor de lo que ingerimos, en la nariz ese trabajo es responsabilidad de un conjunto receptores metabotrópicos, unas terminaciones nerviosas capaces de identificar el olor.

Seguro que en más de una ocasión te has sentado frente al menú y has pensado: “Con lo bien que huele, tiene que saber riquísimo”. Es una afirmación que no va nada desencaminada.

El proceso por el que los estímulos captados a través del gusto o del olfato se transforman en un determinado tipo de señal nerviosa es realmente complejo. Simplificando al máximo la relación entre estos dos sentidos lo que sucede es que boca y nariz envían al cerebro una señal independiente y este se encarga de integrar la información.

El resultado es que lo que saboreas no es solo lo que tienes en la boca sino lo que tu cerebro ha procesado a través de tu nariz. Esto también explica por qué cuando estás resfriado y tienes congestión nasal, es mucho más complicado percibir los sabores de los alimentos. De hecho, en un alto porcentaje de casos, las personas que creen estar perdiendo el gusto realmente están teniendo dificultades para oler.

Trastorno gusto olfato

¿Qué es un trastorno en el sentido del gusto?

Lo habitual es hablar de pérdida de sabor o pérdida de gusto, a pesar de que tu sentido del olfato tenga mucho protagonismo. Lo importante es tener claro que cuando se dan estas circunstancias, la condición médica subyacente es mucho más compleja y se extiende más allá de las papilas gustativas.

La percepción anormal del gusto puede ser cualitativa o cuantitativa y presentarse con diferentes niveles de severidad:

Trastornos cuantitativos del gusto

  • Hipergeusia: no hay alteración del sabor, pero sí de la intensidad con la que se experimenta.
  • Hipogeusia: incluso con los sabores más potentes se presenta cierta dificultad para su correcta percepción. El gusto pierde intensidad.
  • Ageusia: es la pérdida del sentido del gusto en su totalidad o en un porcentaje muy alto.

Trastornos cualitativos del gusto

  • Cacogeusia: es la percepción de sabores desagradables con independencia del estímulo. Los más comunes suelen ser los regustos metálicos y nauseabundos.
  • Fantogeusia: son los ‘sabores fantasma’, es decir, aquellos que se producen sin que esté presente el estímulo adecuado. Los sabores no tienen una justificación o están alterados. Es muy frecuente el regusto amargo.
  • Parageusia: se produce cuando los sabores están alterados. Por ejemplo, cuando lo dulce sabe salado o al revés.

Siento que estoy perdiendo el gusto, ¿a qué se debe?

Las causas del trastorno del gusto no siempre son fáciles de identificar. En la mayoría de los casos, la pérdida o el deterioro de esta capacidad empiezan a manifestarse después de padecer alguna enfermedad o lesión.

No obstante, la edad también influye. Al nacer tenemos alrededor de 10.000 papilas gustativas. A partir de los 50 años es habitual que ese número se vaya reduciendo. Sin estos receptores, la información que las vías nerviosas gustativas envían al cerebro se queda incompleta.

¿Qué otros aspectos pueden causar pérdida o alteración del gusto?

  • Problemas dentales
  • Higiene bucal ineficiente
  • Atrofia de las mucosas linguales
  • Disminución del flujo salival
  • Algunos tratamientos médicos (fármacos y radioterapia)
  • Lesiones en la cabeza
  • Infecciones en las vías respiratorias o el oído medio
  • Cirugías en oído, nariz, garganta o boca (por ejemplo, la extracción de las muelas de juicio)
  • Exposición a ciertos químicos

Es importante buscar ayuda profesional si la pérdida de gusto se prolonga en el tiempo. El deterioro del sentido del gusto no solo afecta al placer de comer e identificar los diferentes matices de sabor de los alimentos. A largo plazo puede suponer una pérdida de calidad de vida desde el punto de vista emocional o afectar a tu salud cardiovascular. Los trastornos del gusto pueden provocar modificaciones en la dieta como el aumento en el uso de sal, grasas o azúcares para compensar la falta de sabor.

El papel del dentista en el diagnóstico de los trastornos del gusto

Teniendo en cuenta el origen multifactorial que puede tener la pérdida de gusto, no está de más consultar con el dentista para que te oriente. Algunas alteraciones gustativas tienen su origen en problemas de salud bucodental o intervenciones odontológicas.

Una de las causas más frecuentes de la pérdida del gusto en el ámbito de la odontología es el uso inadecuado de la clorhexidina. Por eso es tan importante que, antes de empezar a utilizar este tipo de enjuagues bucales, tu dentista te informe acerca de cantidades y frecuencia de uso.

Perder el gusto es también un efecto colateral bastante común cuando se empieza a usar una prótesis dental total. En pacientes con este tipo de prótesis, el umbral de detección de los sabores parece ser ligeramente superior al de aquellos que no la utilizan.

En cualquier caso, el especialista con mayor capacidad para determinar las causas de una pérdida de gusto y poner en marcha un tratamiento es el otorrinolaringólogo. En tanto que su especialidad son los problemas de oído, nariz, garganta, cabeza y cuello, puede abarcar trastornos con origen más allá de la cavidad bucal.

Técnicas para el diagnóstico de la alteración del gusto

La evaluación completa de un paciente con problemas de gusto suele incluir:

  • Mediciones de concentración de sabor: niveles de intensidad en sabores fácilmente reconocibles
  • Test de sabor: se prueba una sustancia, se escupe y se describe
  • Comparación de sabores con distintos niveles de concentración
  • Examen general de oídos, nariz y garganta
  • Repaso al historial médico y a los hábitos de higiene bucal

¿Existe tratamiento para los trastornos del gusto?

Aparte de que las alteraciones del gusto pueden tener un origen muy diferente, tampoco existe uniformidad en cuanto a la duración del trastorno. Hay pacientes en los que la pérdida de gusto puede ser espontánea y temporal, mientras que en otros supone una degradación progresiva e irreversible.

El diagnóstico del trastorno del gusto permite identificar la causa desencadenante para poner en marcha el tratamiento más adecuado Esto no quiere decir que el éxito esté siempre garantizado.

Por lo general, cuando se trata de una alteración provocada por el uso de algún fármaco en concreto, su retirada o reemplazo servirán para que el sentido del gusto vuelva a ser el de antes. Lo mismo sucede cuando el desencadenante es una alergia o una infección respiratoria.

En los casos de pérdida del gusto más complicados, es posible que sea necesario visitar al neurólogo. La alteración en la capacidad para determinar a qué saben los alimentos puede estar también en alguno de los tres nervios responsables del gusto: facial, glosofaríngeo o vago. Frente a las alteraciones neurológicas se suelen emplear herramientas terapéuticas basadas en el entrenamiento olfativo.

Por último, cuando no existe posibilidad de cura, la única solución es recurrir a tratamientos paliativos con los que mejorar la experiencia de comer. Son una forma de engañar al cerebro incluyendo algunas modificaciones en la dieta que permitan al paciente identificar algunos matices del menú mediante el empleo de colores y texturas.

Percibir sabor comida

Consejos para recuperar el gusto de manera progresiva

  • Evitar platos en los que se mezclen demasiados sabores, los oculten o los diluyan, como por ejemplo los guisos.
  • Emplear más hierbas aromáticas y especias durante la preparación de alimentos. Controlar el uso de sal.
  • Incluir diferentes colores y texturas en el menú. La presencia de estos estímulos puede favorecer a la identificación del sabor o, cuando menos, a sugerirlo.
  • Acudir a un nutricionista para conocer qué ingredientes se pueden incluir en el menú para incrementar su sabor y garantizar una dieta saludable.

La distorsión o deterioro del gusto es un problema bastante común en los adultos, especialmente a edades avanzadas. Por lo general aparecen de forma espontánea y desaparecen con la misma facilidad una vez que se corrige o elimina el factor desencadenante. No obstante, cualquier alteración en el gusto o el olfato que se prolongue en el tiempo es motivo de consulta. Acude a un especialista lo antes posible para valorar el alcance de los síntomas y evitar complicaciones.

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