¿A quién no le gusta pasar un día soleado en remojo en una piscina? Sin embargo, esos pequeños placeres que se vuelven más comunes con la llegada del buen tiempo pueden suponer un riesgo para tu dentadura. Un buen manejo de la relación entre el cloro y la salud dental te permitirá disfrutar de la piscina sin ningún riesgo para tus dientes.
¿Por qué el cloro de la piscina afecta a la dentadura?
Las piscinas son entornos muy exigentes desde el punto de vista de la higiene. Por sus características particulares de humedad y temperatura así como por su uso intensivo, son el escenario ideal para la proliferación de gérmenes y bacterias que suponen una amenaza para la salud de los usuarios.
Aunque con el paso del tiempo han ido surgiendo otras alternativas de higiene menos agresivas e igual de eficientes, el cloro sigue siendo una de las soluciones más extendidas en la limpieza y mantenimiento del agua de las piscinas. Un elemento que a priori no resulta dañino para los bañistas pero que, en función del tiempo que pasemos sumergidos, puede acarrear algunos efectos secundarios.
El cloro es una sustancia química que se emplea con el objetivo de mantener un nivel de pH óptimo en el agua. De esta manera se evita que microorganismos y bacterias no deseadas invadan el entorno. El principal problema de la relación entre el cloro y los dientes es que no comparten el mismo nivel de pH.
Mientras que en las piscinas se trabaja con niveles entre el 7,2 y el 8, el pH de la boca se suele situar entre el 6,5 y el 7. Cuanto más acentuada es esta diferencia, mayores serán los efectos del cloro en la salud bucodental.
Efectos del cloro en los dientes
No hay por qué preocuparse en exceso. Un chapuzón puntual durante un día de ocio no hará que tu dentadura se resienta como consecuencia del cloro de la piscina. Sin embargo, cuanto más tiempo pases en el agua, más aumentan las posibilidades de experimentar algunos de los efectos de este químico en los dientes.
Las afecciones más frecuentes se producen en aquellas personas que pasan en la piscina al menos 5 o 6 horas a lo largo de la semana. Podría parecer poco tiempo, pero si entrenas de manera habitual o si estás de vacaciones en un complejo turístico, te darás cuenta de que son cifras muy reducidas.
Los efectos del cloro en los dientes varían de manera significativa dependiendo de la dureza del agua, el nivel de concentración de químicos y el pH resultante de todo este cóctel. De forma muy general se puede decir que si hay un déficit de cloro el pH de la piscina se vuelve más ácido favoreciendo a la erosión de los dientes. Por otro lado, el exceso de cloración es el responsable de la aparición de sarro.
Seas o no un nadador profesional, si vas a pasar mucho tiempo en la piscina es importante que estés al tanto de posibles cambios en tu boca para tratar de ponerles solución lo antes posible. Algunos de los problemas más habituales son:
- Pérdida de color en los dientes.
- Manchas o desgaste del esmalte.
- Hipersensibilidad dentaria.
- Aparición de sarro.
- Inflamación de las encías (gingivitis).
- Mal aliento (halitosis) asociada al sarro.
Entre algunas de las numerosas propiedades del cloro, más allá de su potencial higiénico en el agua de las piscinas, está la de descomponer con gran velocidad las proteínas presentes en la saliva. Esto provoca una progresiva acumulación de estas sustancias en la línea entre el diente y las encías, la proliferación de bacterias en la zona, su rápido proceso de mineralización y la consecuente aparición de sarro.
El sarro del nadador: un problema habitual entre los deportistas profesionales
A menos que entrenes a diario y durante todo el año, es muy poco probable que el cloro de la piscina se convierta en un problema grave para la salud de tus dientes. Sin embargo, los nadadores profesionales sí que deberían prestar especial atención a estos factores de riesgo.
No en vano, existe una patología muy extendida entre estos deportistas conocida como “sarro del nadador”. Cualquier producto que eleve el pH de la saliva, entre ellos el cloro, hará que se formen estos depósitos orgánicos en los dientes, tan duros que su extracción mediante el cepillado normal resulta ineficaz.
Los dientes delanteros son los más propensos a sufrir este tipo de reacciones derivadas del contacto con el cloro. Por este motivo es frecuente que quienes se dedican a la natación de manera profesional presenten una coloración amarillenta-marrón en incisivos y caninos.
Lo ideal en estos casos en los que el entrenamiento exige meterse en la piscina todos los días sería hacerlo en aguas que presenten un pH siempre inferior a 7 para minimizar los riesgos. No hay que olvidar que el contacto habitual con el cloro también tiene repercusiones en la piel, el cabello y las uñas.
Piscinas de agua salada: un entorno más recomendable para tu dentadura
Aunque con la supervisión y el control adecuados el cloro de la piscina no tiene por qué entrañar ningún riesgo, lo cierto es que cada vez con más frecuencia se emplean otras alternativas para la depuración del agua. Existen en la actualidad tratamientos menos agresivos como el oxígeno activo o la cloración salina que mantienen el agua limpia sin tantos efectos secundarios.
Este tipo de piscinas tienen la ventaja de que el agua no desprende el olor fuerte del cloro, no provocan la irritación de la piel o las mucosas y no tienen efectos notables en la dentadura. Es de destacar que en estos casos se emplea un proceso 100% ecológico y mucho más natural. Además, la salinidad de estas piscinas no es tan alta como la del agua del mar, por lo que también es mucho menos probable que aparezcan reacciones alérgicas en las pieles más sensibles.
Preservar la salud dental cuando vas a pasar mucho tiempo en la piscina
Dice el refrán que más vale prevenir que curar. Aunque no vayas a pasarte los días de remojo, nunca está de más extremar las precauciones cuando el uso de la piscina empieza a ser una práctica habitual. Disfrutarás de esos agradables chapuzones con mucha más tranquilidad sabiendo que la salud de tus dientes está garantizada si pones en práctica estos consejos:
- En el caso de las piscinas privadas, asegúrate de que el pH de la piscina siempre está entre los niveles deseados: nunca por debajo de 6 o muy por encima de 7.
- Emplea pastas de dientes fluoradas para contrarrestar el posible exceso de acidez en la saliva. El esmalte dental es la principal protección de nuestra dentadura frente a las agresiones externas. La fluoración reduce el riesgo de erosión y nos ayuda a mantener esa barrera defensiva.
- Extrema la higiene dental durante los períodos vacacionales o en el caso de que realices entrenamientos en el agua con cierta regularidad.
- Vigila el aspecto de tus dientes. Aunque la aparición de sarro marrón o depósitos duros es progresiva, es más fácil percatarse de los cambios cuando haces un seguimiento exhaustivo de la dentadura.
- No olvides tu cita con el dentista para una limpieza de boca anual o semestral. Es la única manera efectiva de eliminar el sarro que se acumula en la línea entre dientes y encías y que, de no tratarse a tiempo, puede ser el desencadenante de la enfermedad periodontal.
Mantener una buena salud bucodental exige estar al corriente de todos los riesgos a los que se exponen tus dientes. La alimentación y la higiene no son los dos únicos aspectos determinantes en el cuidado diario de tu boca. Otro tipo de rutinas como la práctica de deportes de impacto o las actividades en piscinas implican una mayor vigilancia de la coloración, la limpieza y la integridad de tus piezas dentales. No olvides visitar periódicamente a tu dentista para verificar la buena salud de tus dientes.
Yo puse mi guarda en cloró y si me la dejo como nueva , más no se si lavarse los dientes ayude a blanquearlos … por lo que leo no es aconsejable
Efectivamente, Carmen, nadar de vez en cuando en la piscina no representa un gran problema, pero NO se debe utilizar cloro para blanquear los dientes. Los blanqueamientos dentales deben hacerse siempre bajo la supervisión de un dentista.